jueves, 10 de mayo de 2012

Untitled

Ya la vida no me sonríe. Ahora me toca secuestrarla, ultrajarle y obligarle con dos ganchos de acero largos, estirándole su ilimitada y vulgar boca hasta que sangre nada, de manera que me exprese alegría a que me exprese señal alguna de su sonrisa, así sea fingida; pues son muy pocos y a la vez, infinitos, los motivos que tengo para vivir.

- Alguien en algún lugar.



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