viernes, 20 de abril de 2012
Cannibal Song.
Siempre he pensado que la vida es demasiado sencilla para preocuparse por miedos o tonterías. La gente vive y muere a cada momento, ¿y qué gana con preocuparse? Acortar su tiempo, arruinar sus vidas y no disfrutar el poco tiempo que tienen con ella. Pero igual no sé porqué estoy pensando en esto. Siempre me pasa cuando estoy frente a un cádaver, como ahora.
El cuerpo que acababa de llegar era de una mujer de piel clara, la cual ya había tomado los tonos pálidos y su piel estaba ligeramente fría. La habían asesinado a puñaladas en su abdomen y ahora la tenía frente a mí, a punto de empezar con la necropsia de ley. Siempre que tengo un cadáver en frente termino pensando en esto e imaginándome sus vidas, ¿qué podía ser ella?
Y me imagino la vida que pudo haber llevado. A juzgar por sus rasgos no debía tener más de 20 años, su cabello oscuro y esos labios carnosos me gustaban, era una lástima que muriese tan joven. Quizás era abogada o secretaria, me gustan las secretarias, siempre he tenido un fetiche con ellas, y más si son bastante serviciales. Como en esas películas porno donde las secretarias son inocentes, serviciales y hacen lo que se les dice. Entonces me río al recordar aquella frase de Israel Landeros: "Secretarias que están demasiado ricas o ricas que están demasiado secretarias". No puedo estar más de acuerdo con eso.
Marcelo me golpea el hombro cuando ve el morbo con el que miro el cadáver, no puedo evitarlo, era hermosa. Me gustaría más si no tuviera esas cuchilladas en el vientre. A él no parece molestarle mucho la forma en que le miro, supongo que está acostumbrado porque más de una vez me ha sorprendido tocando el cadáver de alguna mujer; no es tan a menudo porque a diario nos llegan ancianos o niños pequeños, e intentar o sentir algo por ellos es algo enfermo. Digo, ¿quién puede estar tan enfermo como para manosear el cadáver de un anciano o niño? ...Gente de estos días, me cae.
—Te apuesto a que era una secretaria. —dije en voz baja mirando a Marcelo por el rabillo del ojo, curvando mi comisura izquierda en una pequeña sonrisa. Él se dedica a escuchar mientras prepara los instrumentos cerca de la mesa y el cadáver.
—Siempre son secretarias. —responde con aire cansado, como si estuviese harto o resignado, como si fuese la cosa más predecible.
Y yo me enojo porque tiene pinta de secretaria y eso me excita, pero Marcelo nunca entiende porque es un pendejo, frígido y vaya yo a saber qué tantas cosas más.
Me pongo los guantes en silencio y el cubrebocas antes de empezar. Veo a Marcelo de reojo mientras se aleja para buscar la cámara y el marcador de indicios que vamos encontrando. Yo aprovecho para mirar de nuevo a la chica e imagino que es mi secretaria. Y mi mano izquierda se desliza lentamente hasta su seno izquierdo, estrujándolo ligeramente con las puntas de mis dedos, sintiendo el roce de su pezón contra la palma de mi mano. Está reseco. Pienso que debería humedecerlo un poco pero Marcelo entra en la sala y frunce el ceño al verme. No quiero iniciar una discusión así que me dispongo a controlarme.
—¿Puedes dejar de hacer eso y comportarte?
—Ya, ya, ya. Deja de estar mamando y trae la cámara.
Comenzamos observando el cadáver buscando indicios o marcas de nacimiento para que los familiares puedan identificarlo -tarea que me costó trabajo, la chica tenía cuerpo tremendo y era difícil no querer tocarlo. Ustedes saben como es eso, ¿no?-. Marcelo va escribiendo todo y tomando fotos de cicatrices y lunares. Yo tomo fotos de la lividez cadáverica que ya está en la espalda del cadáver, suponía que debía llevar entre 8 y 10 horas muerta, ya que estas manchas no se movían.
Sé que no puedo tocarla y eso me disgusta, así que empezamos ahora con mi segunda pasión: Autopsias. La gente siempre se asqueó al saber mis gustos, vaya yo a saber qué les daba tanto asco. Para mí, un cadáver tiene una belleza y una dignidad que ningún cuerpo con vida puede alcanzar jamás. Hay una calma en la muerte que me tranquiliza.
Marcelo me alcanza el bisturí y lo presiono ligeramente sobre su pecho para comenzar a abrirla, es una lástima porque es muy bonita. Y parece una secretaria. Como en esas películas porno donde las secretarias son inocentes, serviciales y hacen lo que se les dice. Honestamente no sé que pensar, no sé si hay secretarias que están demasiado ricas o ricas que están demasiado secretarias.
—¿Qué estás esperando?
—Nada.
—¿Puedes apurarte? Tengo hambre.
—¿Me pasas mis audifonos?
—¿Para qué? Termina la necropsia y ya.
—Es que... Te vas a burlar pero todo es mejor cuando hay un soundtrack en el momento, y tengo el perfecto para este.
Marcelo rueda los ojos y me alcanza mi celular y audifonos bufando. Sólo me dedico a sonreír y observar el cadáver mientras busco poco a poco la canción adecuada: Cannibal Song, de Ministry.
Es como dice Israel Landeros en su libro Bonito Cliché, su cuento de "Soundtracks". Hay momentos que necesitan un soundtrack en la vida. Quizás yo sea bastante raro o simplemente soy bastante especial. La chica ya no me atrae en un sentido sexual cuando se trata de mi psicopatía, por eso Marcelo me entiende, creo.
Conforme la canción se reproduce siento que todo a mi alrededor desaparece. Ahora sólo somos ella, el bisturí y yo. Y me siento como un psicópata y ella es mi víctima y mi musa, y plasmaré en ella el cariño que no pude darle en vida. Sólo ella, el bisturí y yo. Quzias por eso elegí este empleo, no estoy seguro.
Y sin más, me dispongo a comenzar.
"Dehumanize. Lobotomize. Thrown into a cell, swallow your pride in an infant mind".
http://www.youtube.com/watch?v=7-mYjpNsPPA
- Alguien en algún lugar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario