Nadie se ha ido, pero alguien ha entrado. ¿No ves cómo nos sonríe la primavera? Venció a las tempestades invernales; su templado ambiente se mece en los bosques y en los prados, a todos sonríen sus ojos abiertos y el dulce trino de los pájaros es su canto. Respira exhalando perfumes y de su sangre brotan hermosísimas flores. Subyuga al mundo adornada con armas delicadas. De ella huye el invierno y las borrascas. El amor que ahora se alegra a la luz de la hermosa luna y se escondía antes en nuestros pechos, la ha atraído.
¡Vencido está el obstáculo que separa la primavera del amor!
¡Te he visto y te he presentido cuando me miraba en el agua de los arroyos! Te he esperado desde el tiempo ya perdido y en brumas. Llevé escondido y en secreto mi amor a ti. Sin conocerte, tu voz me era conocida y sonaba a música extraña y divina.
Desde ese mismo momento nos hemos visto inundados en un mutuo encantamiento; nos contamos nuestros sueños, nuestras penas y esperanzas; reconocimos que la imagen de cada uno ya vivía en nuestros corazones y que nuestras voces eran un viejo eco conocido cuyo acento nos venía desde lejos, tal vez desde otras vidas, tal vez de la niñez perdida; no lo sé, solo sé que desde que a tu lado estoy, soy el hombre mas feliz y fuerte de todos...
Te amo más que a cualquier otro amor que pueda tener desde aquí hasta mi otra vida y hasta mi próxima muerte, y desde allí hasta nuestra eternidad.
Siempre tuyo, me despido.
Besos.
- Pablo Ignacio.
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