Te encontré.
Te perdí.
Con palabras hirientes y dos hielos por cabeza,
sin miedos ni retóricas,
sólo palabras simples y gustos fáciles,
miradas que se perdían entre tus piernas,
que las devoraban.
Te perdí, lejos de mí,
escapando de los tristes momentos que te regalé,
siendo tú la promesa viva de mi estupidez,
de mi ofuscada lengua.
Te encontré siempre con palabras turbias,
recordando segundos incalculables y versados
en renglones mal cimentados, tiempo sin dejos,
sin lanzas ni estrellas.
Te fuiste, con desidia y sin coraje;
rea del odio y de caprichos mal pensados.
Te extraño, no por tu cuerpo sino por tu idea.
Te perdí.
Con palabras hirientes y dos hielos por cabeza,
sin miedos ni retóricas,
sólo palabras simples y gustos fáciles,
miradas que se perdían entre tus piernas,
que las devoraban.
Te perdí, lejos de mí,
escapando de los tristes momentos que te regalé,
siendo tú la promesa viva de mi estupidez,
de mi ofuscada lengua.
Te encontré siempre con palabras turbias,
recordando segundos incalculables y versados
en renglones mal cimentados, tiempo sin dejos,
sin lanzas ni estrellas.
Te fuiste, con desidia y sin coraje;
rea del odio y de caprichos mal pensados.
Te extraño, no por tu cuerpo sino por tu idea.
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