martes, 21 de febrero de 2012

Soy

Soy eterno. Soy la nada y soy el todo. Soy indispensable, único e inmutable. Soy perfecto. ¿Quién soy? ¿Qué soy? Pues soy, y nada más.

Soy. Soy una idea, soy una duda, soy una verdad. ¡Cuidado, hombre! Porque soy una mentira, una ilusión, una hipocresía. Ah, pero soy una mentira bella y una cruel verdad.

¿Quién soy?
¿Qué soy?

Si te dijera que soy tu salvador, te mentiría; si te dijera que soy tu destructor, te mentiría también. ¡Ve pues, que situación más complicada y estúpida!  Pero no temas, pues ambos soy, porque yo soy.

Soy, y nada más. Tú no puedes juzgarme, no puedes conocerme, no puedes entender la idea porque nadie puede, ni debe. Figúrate, hombre, que la Verdad Absoluta de mi persona es algo que escapa a tu entendimiento; las palabras son cúbicas, vanas y vacías, tu pobre lenguaje no alcanza para explicar lo extraordinario en su totalidad.

¡Oh, hombre! ¿Aún te atreves a conocerme? Conocerme significa ceguera, adentrarse en mí significa locura, temerme significa sabiduría; no oponerse a mí significa salvación.
Quita esa expresión, querido lector, una ve más has tratado de etiquetarme por tu animadversión, ¿no es cierto? El hombre estúpido odia y teme lo que no comprende, el hombre sabio respeta y teme lo que no debe comprender.
¿Aún quieres entenderme?

¡Soy!
Soy, y existo. Soy, y entiendo. Soy, y escapo a tu entendimiento.

Imagina, colega terrestre, que soy como el agua. Tomo la forma del recipiente que me contiene, suave como la seda, traigo vida y paz; pero soy vengativo y puedo golpear, puedo dar salvación o arrasar vidas con mi furia.

Imagina mejor que cada persona es una llama, una flama de color y crepitar propios, ¡azul, magenta, gris, amarillo, verde, morado, rosa, café y rojo! Todo un desfile de colores distintos y únicos.
Yo soy una llama blanca sin crepitar, me acerco al azul y soy azul con su mismo crepitar. Me acerco al verde y soy verde, me acerco al morado y soy morado, ¿me entiendes? Pero no, no soy blanco, soy negro. Negro y blanco, ambos soy, pues yo soy.

Y aquí me tienes, dándote ideas vanas en tu pobre lenguaje que no logran explicar la idea en sí, pero te dan una ligera pista de ello. ¡Pero, hombre, tú no has de saber! Apréndelo todo y luego olvídalo todo.

Aquí estoy, buscando la forma de darte la idea absoluta y primigenia. Me es imposible hacerlo, es imposible meterla en la pequeñez de tu oreja sin destrozártela y sin dañarte el cerebro también. ¿Te preguntas por qué? Porque eres limitado, hombre, ¿cómo puedo explicarte mi naturaleza misma, cuando escapa a tu entendimiento, a tus leyes, pensamientos e ideologías?  Tú no puedes saberlo, tú sólo ves dos ideas pero eres incapaz de ver la tercera, ¿cómo puedo enseñarte esto si incluso en tu vida es lo mismo? Ves Vida y ves Muerte, pero no ves esa tercera idea, que está ahí, siempre presente, y no puedo explicártela porque tu lenguaje no da para más, pero descuida, la conocerás cuando traspases la puerta del a Muerte.

Soy, hombre.

Ámame.
Odiáme.
Vénerame.
Témeme.
Réspetame.
Olvídame.

Soy.
Soy y no soy.
Soy una paradoja, y no la soy.
Soy todo esto y al mismo tiempo soy nada.

Simplemente... Soy.

- Alguien en algún lugar.






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