viernes, 3 de febrero de 2012

Salta.

Todo ha terminado. Todo inicio tiene un fin y este, querida mía, ha sido el nuestro. El tiempo avanza con una lentitud sobrenatural, mi cuerpo no me responde, sólo soy un esclavo de mis pensamientos. Y ahí voy, avanzando con eterna lentitud entre el gentío a mi alrededor, a empellones para abrirme paso. Los murmullos y quejas contra mí crecen y nuevos empujones son devueltos en mi contra, pero no me molestan. Sus palabras no entran en mis oídos ni en mi mente pues en esta sólo estás: Tú.

Tu imagen es imborrable, pronto me detengo y miro desconcertado a mi alrededor. El silencio que se apodera de aquel puente viejo como deseando que tenga un momento de paz.
-Grazie- susurro débilmente, como si el viento pudiese escucharme y, este a su vez, me responde con una suave ráfaga que agita mis ropas. Observo a mi alrededor aquel puente vacío, blanco como la nieve, de estructuras altas y sencillas. Miro abajo al vacío, a las aguas que corren tranquilamente a más de 20 metros de distancia.

Doy un paso al frente, mis dedos acarician el concreto del puente. Todo ha terminado. Todo inicio tiene un fin y este, querida mía, ha sido el nuestro. Trepo lentamente al puente y miro abajo de soslayo, el miedo me invade. ¿No brincar sería considerado valentía o cobardía? La saliva se desliza por mi cuello con dificultad, tratando de deshacer los nudos de mi garganta. Nunca quise que terminara así, ¿dudaste de cuanto te amaba? ¿Qué fue lo que pasó entre nosotros? Un día, simplemente de la noche a la mañana, todo cambió. Y mi mejor amigo, en cierto aspecto sigue ahí... ustedes dos... juntos. ¿Era en serio? Deseaba que sólo fuese una broma, una broma cruel.

Cerré mis ojos una vez más, causando que una lágrima se desprenda de mi ojo derecho, el viento volvió a soplar con más fuerza esta vez, dando un suave empujón que me obligaba a dar un paso para evitar perder el equilibrio. Unos guijarros se separaron de la estructura y los observé en su caída libre hasta el agua. ¿Esto era el final, acaso? Miré a mi alrededor, ni una sola alma, ni un solo auto... Nadie para detenerme.

Cierro los ojos y el viento vuelve a soplar, tomo una bocanada de aire y te respiro... tu esencia entra por mis fosas nasales y te recuerdo. El viento vuelve a soplar rozando mis oídos con un suave susurro: "Hazlo", me ordena. Mi mente es nuevamente ocupada por tu recuerdo; tu doloroso recuerdo.

Entonces es aquí donde termina. Nunca quise que terminara así, pero quizás seas más feliz con Fulano o mengano, ¿por qué yo, al final? El viento vuelve a soplar una vez más, extiendo mis brazos para abrirme en una cruz, mies pies giran 180° antes de la caída final. El momento me recuerda a aquella canción de Rammstein, su coro, Spring. Sí, Till, sí, gran momento para recordar aquel coro, una banda sonora para un suicidio.

Saltaré,
saltaré hacia la luz.
Saltaré,
no te decepcionaré.
Saltaré,
saltaré por ti.
Saltaré,
saltaré para redimirme.
Salto... Y grito.

Caigo en caída libre, siento el vértigo, el pánico me recorre y me hace lamentarme de mi impulsiva decisión, pero tu recuerdo me tranquiliza. Quizás sea lo mejor.
Mi cuerpo golpea el aguan con un sonido sordo y lentamente me hundo.

Me hundo, el aire poco a poco abandona mis pulmones y nada importa ya, pronto mi mirada se opaca y se oscurece... te pienso, te amo... y existo, por unos segundos más, antes de desaparecer.

- Alguien en algún lugar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario