Diabulus Sonata.
A través de sus cuerdas me encontraba a mí mismo, solían decir que tras todo gran hombre había una gran mujer, esa era ella, mi Chelly como solía llamarle mi madre, mis manos se posaron sobre ella dejando caer el arco para que mis brazos la tomasen entre ellos, podía sentir aún cada tono vibrar en mi corazón, un mundo nuevo, uno por descubrir se hacía paso entre mi ser... Me agaché para volver a tomar el arco y lo pose sobre Chelly, esta vez con aún más delicadeza. Alargué el movimiento para luego moverle bruscamente sobre ella, me sentía como otro bloque en el muro para saltar, mi propio muro, el sonido proporcionado fue estruendoso y sombrío el cual continuó en cada movimiento de mi brazo, suspendido en mi propia obscuridad sentía un sentimiento de soledad invadirme, había asesinado mi otra mitad, toda una vida destruida ante mi, allí mismo en ella yacía la esencia de la vida.
Mis dedos jugaron nuevamente sobre ella, el sonido ahora proporcionado era igual al choque de las olas con las rocas, era hermoso pero rasgado, por un momento había sonreído de una forma un tanto diabólica, el haber matado mi propia esencia había sido bajo hasta para mí mismo, o eso creía yo. Mis manos cansadas cayeron a los costados del Chello sobre su costado, empecé a negarme durante horas ese sentimiento de soledad que ahora embargaba todo el departamento, di pasos torpes hasta el balcón asomándome, reinaba el silencio... Ahora lo hacía, Chelly, los libros, el gato, todos habían guardado silencio, un silencio incómodo que hacía gruñir a mis entrañas.
El tiempo se había acumulado ante mí, tantee con mi bastón caminando hacía la sala donde me recosté sobre el sofá con aquella mirada vacía al aire, ya no quedaba nada de mi o mi antiguo yo, nada sobre quién era, ahora yo mismo me hacía esa pregunta;
¿Dónde estaba?
¿Quién era?
¿Por qué?
Todas estas incógnitas nublaban mi mente creando un caos total en ella donde un mar de ideas se mezclaba con aquella abrumadora soledad, acababa de descubrir un sentimiento volátil como mi temperamento, ¿cómo podrían llamarle?, sólo yo lo sabía pero al cabo de unos segundos ya estaba en los brazos de mi padre, Morfeo me había acunado en su reino nuevamente revelándome imágenes en las que sólo estaba yo y mi sombra quién me abandonaba en medio de esa penumbra, ¿qué pretendía este Oniro al revelarme la soledad que había creado mi propia mano?, pronto un sinfín de acciones y pensamientos se nublarían mi cabeza.
- Junior Mora Niño.
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