domingo, 11 de marzo de 2012

Crónicas de un Chelista ciego: Parte V. Extra.

La llamada de Terpsícore

En medio del sulfur y el calor que producía aquella eminente obra de arte mi arco se tensaba más y más con cada movimiento en el que mis dedos reaccionaron directamente, mis dedos con maestría jugaron sobre las cuerdas creando una danza, el sonido se hacía bajo y obscuro jugando con la atmósfera que no era más que un cuarto casi vacío, un cuarto gélido lleno de suspiros perdidos. El arco ahora reposaba en el suelo pero ello no impedía la destrucción de mi mundo, era sólo otra herramienta, una más... 

El mundo caía a mis pies, me sentía grande, fuerte, poderoso, con ganas de devorar al mundo, la música ya no saciaba mi hambre de cultura y elegancia, no era suficiente, deseaba más... El cuerpo majestuoso que me acompañaba en las tardes giraba con gentileza guiada por mis gráciles manos, cada cuerda era una experiencia nueva, cada nota, armonía, compás, ¿de eso estaba compuesta la música?, no... la música estaba compuesta de sentimientos, la música era la vida de un hombre o mujer plasmada en sonidos, ¿sonidos?, ¡que digo!, experiencias y expresiones, danzas y saltos, vida y muerte, cada aspecto de la vida era plasmado en cada nota, la mía era una vida oculta tras un gran telón que brillaba constantemente, volví a detenerme sin razón aparente... en aquella puerta, había alguien, era mi otro yo, mirando con miedo en quien me había convertido.

La desgracia del dolor humano vertida en un solo recipiente, la mujer que bailaba entre mis piernas no era más que un devorador de almas, era el mundo, era la vida, era el dolor, era la alegría, cada vez las notas más sombrías iban en aumento. A la habitación sólo entraba un par de rayos de luz tenue que golpeaban mis mejillas, había abandonado la realidad, había abandonado quien era para crear una nueva naturaleza, una incontrolable y destructiva, ahora tenía una fortaleza mental que sólo era capaz de proteger mi incontrolable paso, allí mismo un sentimiento de nostalgia se desencadenó, mi corazón atravesado por un cuchillo, cual nata, lloraba en silencio para más tarde yacer sobre mi querida amante. Vivir y morir, dos facetas de la misma acción... ¿Era ciego realmente?, ¿o sólo era ignorante ante lo conocido y odiado?

Un mundo de caos y destrucción, ¿pero quien dijo que el caos no podía ser también hermoso?, el caos servía para destruir un mundo abandonado al mal, un mundo de almas impuras destinadas a yacer en el fondo del mismísimo Tártaro.

- Junior Mora Niño.





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